Foto de @gabalaui
La marcha del cambio. Aún está por saber en qué consistirá este cambio pero la convocatoria de Podemos ha sido suficiente para que cientos de personas se apunten. La ilusión era algo que casi se podía tocar en la manifestación que ha recorrido Madrid desde Cibeles hasta la Puerta del Sol. No me ha contagiado porque estoy un poco curado de espanto y no es la primera vez que percibo esa misma ilusión pero lo que no se puede negar es que Podemos ha sido capaz de volver a hacer creer que puede haber un cambio. Y es un mérito digno de reconocer porque no hay ni una sola de las restantes fuerzas políticas capaz de transmitir la esperanza de construir otra sociedad. Aunque a muchos de los participantes no les parecía incomodar que Podemos no sea capaz de definir claramente qué tipo de sociedad quiere, más allá de la lucha contra la corrupción y la dignificación de la política. El vacío es cubierto por las esperanzas de cada uno de los participantes.
Foto de @gabalaui
La manifestación ha sido multitudinaria. No creo que sea tan importante si han sido 100.000 o 500.000. Lo que es evidente es que Podemos quería una muestra del apoyo de la ciudadanía a su proyecto y la han recibido con creces. La Puerta del Sol estaba abarrotada y parte de las calles adyacentes, especialmente la calle de Alcalá, también. No había muchas pancartas con lemas en comparación con otras convocatorias lo cual es coherente con la ausencia de una reivindicación política concreta. Allí se estaba para expresar el apoyo a Podemos y, especialmente, a sus caras más visibles, empezando por Pablo Iglesias. La llegada de Errejón a la cabecera, poco antes del comienzo de la manifestación, fue caótica con decenas de participantes y periodistas agolpándose a su alrededor, empujándose entre sí, chocando las cámaras de fotos, buscando una instantánea del miembro, probablemente, más brillante del nuevo partido. Las gafas de Errejón salieron volando por la lucha por el espacio de los que le rodeaban, la lucha por situarse lo más cerca posible de la estrella.
Foto de @gabalaui. Una mujer devolviendo las gafas a Errejón.
Mucho color morado en los pañuelos que, al estilo pirata, adornaban la cabeza de los participantes, camisetas, chapas y pancartas de los distintos círculos que se han acercado a Madrid. Bastantes banderas republicanas, algunas griegas y hasta una del Che. La representación quincemayista la protagonizaron los mayores del 15M. Familias, mayores, jóvenes, niños… La clase media de este país ha sido seguramente la más y mejor representada en las calles de Madrid. Una clase media que quiere recuperar lo que perdió, que se siente insegura y con miedo. Podemos le devuelve la esperanza de volver a lo que fue. Este es el perfil de los votantes del partido. La clase media empobrecida o que tiene miedo de perder lo que le queda. Las personas que están a los márgenes, que lo estaban ya antes del inicio de la crisis financiera, no se ven aludidas por el discurso de Podemos que transmite que lo que ha sucedido es que malos políticos han aplicado malas políticas y que la solución está en que buenos políticos apliquen buenas políticas, sin cuestionar el modelo económico. Esta falacia no es que el tiempo se encargará en desvelar sino que ya la desveló hace décadas y aún así es suficientemente poderosa para que miles de personas se la sigan creyendo. Tan poderosa como para que crean que Pablo Iglesias y su equipo son esos buenos políticos que harán buenas políticas y les devolverán aquello que les quitaron.
Foto de @gabalaui
Es fácil notar la expectación y adoración que despierta Pablo Iglesias. La gente estaba deseosa de verle, de sacarle una foto. ¿Le has visto? sí, sí, acaba de pasar. ¡Ahí está! ¡Iglesias, presidente! El comportamiento de algunos y de algunas es el propio de los groupies lo cual, sinceramente, es desagradable de ver teniendo en cuenta la gravedad de la situación económica, social y política. Se diría que muchos estaban esperando la aparición de un líder, de una persona en la que pudieran depositar todas sus esperanzas de cambio. Estaban esperando y a partir de ahora esperarán a que cumpla. La cuestión es esperar. La participación política activa es hoy por hoy una posibilidad lejana. Los propios militantes de Podemos eligieron que fuera así cuando dieron todo el poder al equipo de Iglesias en el último trimestre del pasado año. Miles de personas esperan ahora que no les defrauden. Y esta preponderancia del líder sitúa a la política en un plano secundario. Así la convocatoria se centró en el apoyo a Podemos, en un cambio sin concretar y en la posibilidad de contar a nuestros nietos que estuvimos allí.
Foto de @gabalaui
El equipo de Iglesias tiene que estar muy contento por el espaldarazo que han recibido en las calles. La responsabilidad por cumplir con los deseos y esperanzas de miles de ciudadanos que esperan recuperar lo que han perdido es enorme. Ahora tienen que demostrar al menos lo que defienden, ser unos buenos políticos que, si tienen la posibilidad de gobernar, harán buenas políticas. Ahora les toca concretar cómo van a cambiar esta sociedad y cómo lo van a hacer en un contexto neoliberal, que por otra parte apenas cuestionan. Ahora podrán mostrar que su capacidad de movilización es poderosa y eso equivale a que el apoyo que tienen de una parte de la sociedad es amplio. La campaña de descrédito que sufren y seguirán sufriendo por parte de los medios de comunicación y otras formaciones políticas no va a atenuarse y la respuesta de Podemos también nos dirá de qué pasta están hechos. Ni les sirve ni les servirá los «te llamaban Pantuflo», las explicaciones parciales y poco convincentes o las sonrisas. La manifestación del 31 de enero ha depositado en sus espaldas el mayor peso que pueden tener: las esperanzas de miles de ciudadanos.