Parece que en ese discurso con ínfulas de ganador que ha impuesto Podemos está la idea de que el eje izquierda- derecha no es el eje fundamental de la política. Se considera que son simples metáforas o, como dicen muchos de sus militantes, simples etiquetas. Se está convirtiendo en algo habitual escucharles defender la idea de que la izquierda es una etiqueta y como tal no sirve. Aún así, la desnaturalización del concepto de izquierda no es responsabilidad de este nuevo partido aunque es evidente que en el último año se han esforzado en ponerla encima de la mesa de cualquier tertulia política que se precie. La propia socialdemocracia ha utilizado la izquierda como etiqueta con un objetivo electoralista desde la década de los ochenta. La izquierda, asociada a políticas concretas, se diluía en el acceso al poder de los autodenominados socialistas que no dudaban en poner en práctica políticas económicas propias de la derecha, que desembocaron en la asunción de las políticas neoliberales en la década de los noventa. La derecha se ha esforzado desde hace décadas en desprestigiar las políticas que daban contenido a la izquierda pero necesitaba al contendiente de izquierdas como antagonista necesario que le daba sentido.
Podemos, en cuyas filas existen personas de larga trayectoria izquierdista, tiene su punto de mira en la palabra. Una palabra de nueve letras que al convertirse en etiqueta queda reducida a la simple denotación. Ya no significa una serie de políticas, con diferentes corrientes, muchas de ellas opuestas y enfrentadas. Ya no significa una forma de mirar el mundo y darle significado. Una manera de reflexionar y de entender al otro. Ahora es una etiqueta que convierte a los que la exhiben orgullosos en desfasados y desnortados. La estructura teórica, el andamiaje político que proporciona la izquierda, en sus múltiples formas, es sustituida por la ambigüedad, el discurso fácil sostenido en la indignación y en la esperanza. Nos dicen que en el momento actual a la gente no le sirve el ser de izquierdas o de derechas sino el tener un trabajo digno o una sanidad de acceso público y universal. Claro. Nadie que se considere de izquierdas negaría esto. Lo que plantearía la izquierda es una manera de dar respuesta a las necesidades básicas de las personas. Una manera que tiene relación con una forma de mirar el mundo. La izquierda no va diciendo que es la izquierda sino que plantea soluciones transformadoras desde el análisis político de la realidad y este análisis y las soluciones que proponen son lo que la diferencia de otros posicionamientos ideológicos.
Considerar a la izquierda como una etiqueta solo se lo creen los conversos y los afectados por el proceso de desideologización que atraviesa el mundo desde principios de los noventa. La desideologización es un proceso que favorece la implantación y hegemonía de las políticas neoliberales, que lejos de rendir pleitesía a la derecha, se la rinde al dinero que, como todo el mundo sabe, no tiene ideología. La ausencia de marcos de entendimiento y de reflexión nos desarma a la hora de plantear otros mundos posibles. Nos deja a merced de aquellos que no quieren que haya otras alternativas. La izquierda como etiqueta es solo una frase que sirve, en el caso de Podemos, para llegar a un nicho de electores al que de otra forma no llegarían. Es simplemente una estrategia electoral. Pero esta estrategia no es inocente porque sirve también para debilitar a los partidos de izquierda. La lucha electoral busca fagocitar al contendiente más cercano en cuanto a las posibles políticas a plantear, eliminarlo desde la negación de su naturaleza.
La paradoja que vive Podemos y su izquierda como etiqueta es que es considerado como izquierda radical. Cada vez que dicen que no son ni izquierda ni derecha, los voceros de la derecha les llaman comunistas y chavistas. Es decir, cada vez que se desmarcan de la izquierda, la derecha les ancla en el posicionamiento que más les conviene para movilizar a su electorado más perezoso. Y el espantajo del comunismo es mano de santo para hacerlos levantar del sofá. Unos se ponen de espaldas a la izquierda y otros les ponen de cara. Según el CIS de enero de 2015, si hay un partido que es considerado de izquierdas es Podemos por encima de formaciones como Amaiur, BNG e IU.
No parece que estén consiguiendo convencer al electorado o es que este electorado solo puede analizar la realidad desde el eje que Podemos considera inadecuado para entender el momento político actual.
La estrategia electoralista es legítima. Cada partido tiene un target que intenta cumplir siguiendo las estrategias que más les pueden ayudar y, por ello, que Podemos no se considere de izquierdas ni de derechas me parece una opción respetable. Lo que me parece mezquino y arrogante es concluir que su lectura del momento actual es la correcta. Uno de los ejes en los que se mueve Syriza es el de la izquierda-derecha, denominándose y situándose como izquierda radical. Y han ganado unas elecciones. Grecia no es el Estado Español, pero las políticas que se han practicado contra los griegos y griegas son muy parecidas a las sufridas aquí. Syriza se mueve en ese eje* fundamentalmente por principios políticos, más allá de las consideraciones de que sus políticas son socialdemócratas, pero también porque valoraban que podían crecer electoralmente de esta manera. No partieron de cero sino de la confluencia entre diferentes fuerzas de la izquierda. Podemos tuvo que buscar un electorado propio, y se centró en los votantes flotantes, cuya característica fundamental es la desideologización. Su discurso se ajustó a quienes iba dirigido, como no podía ser de otra manera. Se centraron en lugares comunes en los que fácilmente nos encontramos cualquiera. No se habla de la lucha de clases pero sí de somos los de abajo y vamos a por los de arriba. Se dejan a un lado los principios políticos para utilizar todas las herramientas necesarias que permitan ganar las elecciones. Y la izquierda, parece ser, que no es una etiqueta ganadora. Ya lo dijo Monedero: la izquierda ha sido derrotada, y con este planteamiento no cabe otro discurso que el que tienen.
*Syriza es un partido de la izquierda pero no se dirige al pueblo griego abanderando la bandera roja sino hablando de la pobreza, los desahucios, el recorte de los derechos fundamentales, el desempleo, la corrupción y cualquier otra realidad que afecta a los griegos y griegas. La izquierda no es un impedimento sino una alternativa para cambiar esa realidad. Y en esto Grecia no es diferente del Estado Español. Podemos, en la consideración de la izquierda como etiqueta, se parece más al Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo que a Syriza.
*Syriza es un partido de la izquierda pero no se dirige al pueblo griego abanderando la bandera roja sino hablando de la pobreza, los desahucios, el recorte de los derechos fundamentales, el desempleo, la corrupción y cualquier otra realidad que afecta a los griegos y griegas. La izquierda no es un impedimento sino una alternativa para cambiar esa realidad. Y en esto Grecia no es diferente del Estado Español. Podemos, en la consideración de la izquierda como etiqueta, se parece más al Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo que a Syriza.