Juancarlistas-felipistas-monárquicos c’est fini (o debería)

La abdicación de Juan Carlos «el borbón» es la noticia del día que acaba con la hegemonía informativa de Podemos después de las últimas elecciones europeas. Ahora toca hablar del monarca español que quiso ser el rey de todos y todas las españolas pero que se quedó en el rey que fue nombrado por el dictador fascista, Francisco Franco. 

En homenaje al simple acto de elegir a dedo, Felipe «el borbón» se perfila como el sucesor una vez descartadas sus hermanas por el simple hecho de ser mujeres. No pasará por las urnas, por supuesto. La constitución española de 1978 se encargó de consagrar el cargo como hereditario y por vía masculina. 

Todo moderno, progresista, igualitario y demócrata.

Los monárquicos que se decían de izquierdas, que para justificar la incoherencia se llamaron juancarlistas, ahora no tienen excusa y exponen públicamente su condición de simples vasallos, que rinden pleitesía al monarca que toque. Y encontrarán 101 razones para defender por qué Felipe debe ser el próximo rey español aunque a estas alturas lo que digan les importa a la mayoría un rábano. 

Sobra decir a qué partido pertenecen los juancarlistas-felipistas-monárquicos de izquierdas

La pena es que nada más conocerse la noticia no haya salido el pueblo español a reivindicar la república, sobre la cual habría al menos que definir de qué tipo sería, no vaya a ser que algún indeseable fuera a convertirse en presidente de la misma.

No se ha salido de manera espontánea a las calles pero al menos se ha convocado en la mayor parte de las ciudades españolas concentraciones republicanas para reivindicar la celebración de un referéndum que permita, a los actuales súbditos a la fuerza, elegir entre república y monarquía.

Deberían (ojalá, esperemos, deseemos, etc) ser multitudinarias. Después ya nos pelearemos (debatiremos, dialogaremos, consensuaremos, etc) por los apellidos que la pongamos.

Por supuesto que los monárquicos son conscientes de la repercusión de la abdicación de Juan Carlos y están preparados para la resistencia. Los dos grandes partidos mayoritarios, aunque cada vez menos, más los nacionalistas españoles como UPyD y otros, mostrarán un apoyo férreo a la sucesión a dedo y sin pasar por las urnas de Felipe.

Los medios de comunicación nos bombardearán (nos bombardean ya) con noticias elogiosas del que se ausenta y del que pretende llegar. Recordarán y reforzarán el mito construido en las ultimas décadas y nos reprenderán, moviendo el dedo índice, arriba y abajo, delante de nuestros ojos, por ofender a la institución que supuestamente salvó a la democracia.

Nos dirán (nos dicen ya) lo bien preparado que está Felipe, lo alto que es, lo deportista y buen padre, los tropecientos idiomas que habla. Y qué nos van a contar de Leticia, qué buena madre y compañera, qué inteligente y cómo sabe estar al lado de su marido.

El ataque será feroz. Y tamaña campaña propagandística solo puede ser conjurada por millones de personas en las calles gritando que no queremos reyes y, por añadidura, ni patrones ni amos. No hay nada más soberana que la humanidad.

El objetivo de los monárquicos, nobles y vasallos no es otro que mantener la mediocracia que tenemos ahora, es decir, que votemos cuándo y lo que nos diga la élite. No vayamos a querer votar sobre lo que no sabemos. Que eso de los jefes de estado ya los deciden los de siempre.

Aunque, tengámoslo en cuenta, no es la monarquía o la república lo que está en juego.

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