Al gobierno de Rajoy no le gusta la prensa que pregunta, analiza e indaga, sin más presión que la de intentar entender y poder informar. La otra, la prensa vasalla, la que le baila el agua, la que le hace las preguntas que quieren, la que defiende en los programas de pseudodebate político los argumentos del gobierno, pase lo que pase, caiga quien caiga, digo, a esta otra la adoran.
No, al gobierno del Partido Popular no le gustan las libertades. Prefieren tenerlo todo controlado, para que no haya fisuras. Su mayoría absoluta, la fidelidad de sus votantes, la fortaleza de su partido les genera la suficiente confianza para hacer y decir lo que quieran. Para amenazar a los medios de comunicación por las informaciones que no les gustan. Para embridar a la prensa mientras maltratan a la sociedad. Sin testigos molestos.
La libertad de prensa es un invento de los progres. Se prefieren los titulares amañados, los editoriales pactados, las redacciones compradas y los periodistas sumisos. Dejar que un periodista pregunte aquello que quiere es una irresponsabilidad cuando se tiene el poder de evitarlo. Además, siempre se van a encontrar argumentos para defenderse de las críticas de los progres izquierdosos.
Se ha mentido tanto, se ha engañado, se ha manipulado con tanta generosidad, que no tener el control de los medios de comunicación generalistas es una insensatez. Para vehiculizar las mentiras y mostrar la realidad que uno quiere, no hay nada como un periodista obediente y cobarde, que se haya dejado la ética profesional guardada en un cajón.
Las personas que hacen las preguntas que les ordenan no son, en realidad, periodistas. Son trabajadores de un medio de comunicación, que hacen aquello que les dicen para no perder su trabajo. Los periodistas se niegan a ser condicionados, protestan ante cualquier injerencia, se levantan y se van de aparentes ruedas de prensa, investigan y acorralan a los que engañan y mienten a los ciudadanos.
Los periodistas que aman esta profesión no deberían permitir las injerencias del gobierno aunque esto les suponga graves sacrificios. La dignidad profesional y la defensa de una profesión fundamental en cualquier sociedad libre lo merecen. Los ataques que reciben definen la naturaleza autoritaria y antidemocrática de quienes los realizan. O se está enfrente o se está con ellos.