El amistoso de la selección española en Guinea Ecuatorial refleja, eso, una amistad real entre el estado español y la dictadura de Obiang. Las corporaciones españolas se lucran en el país africano de la misma manera que lo hace Obiang y familia y este aspecto, el comercial, es el único que interesa al gobierno español. No importa la persecución política, las desapariciones, los asesinatos, la opresión, el robo de los recursos…nada de esto importa. Es fútbol y este no tiene ideología. O eso dicen. El partido será utilizado por el dictador, si no fuera posible no lo habría permitido, y la Federación Española de Fútbol se embolsará un dinero. Haciendo caja, que hay que aprovechar los títulos conseguidos en los últimos años. Las empresas españolas aprovecharán para hacer negocio y, sí, para muchos guineanos también será un acontecimiento aunque muy lejos de ser un negocio que cambie sus vidas. El entusiasmo que rodeará la presencia de la selección se apagará una vez esta desaparezca y vuelvan de nuevo a sus miserables vidas. Nada habrá cambiado excepto que los bolsillos de los que sí hacen negocios estarán un poco más llenos.
Fernando Llorente lo dejó muy claro: ha ido a jugar al fútbol y lo demás no le importa. Esta falta de sensibilidad social y política es la habitual en jóvenes multimillonarios cuya mayor preocupación es ser titular en el próximo partido. Se podría jugar al fútbol y a la vez tener una posición contraria a la dictadura pero esto no se contempla. No es buen negocio mezclar asuntos aunque ya estén mezclados de antemano. El marqués Del Bosque también va solo a jugar al fútbol. Ni una palabra de denuncia. Ni un gesto de desaprobación. Se puede ir a Guinea y, a la vez, aprovechar su posición para escenificar ante el mundo una crítica contra la dictadura. Lanzar un mensaje de apoyo al pueblo guineano que en su gran mayoritaria no tienen recursos básicos como para comprarse una entrada de fútbol. Me gustaría que estos futbolistas privilegiados tuvieran los arrestos para hacerlo pero me da que no lo verán mis ojos ni lo escucharán mis oídos. Aunque con que solo lo hiciera uno…ya valdría la pena.
Los medios de comunicación españoles no informan sobre la realidad del pueblo guineano. Contrasta con la atención que prestan a Cuba a la que se acercan de manera crítica diez de cada diez veces. Pero con respecto a Guinea, silencio. Solo business, amigo. Las empresas españolas tienen ventajas fiscales si invierten en este país, sobre el que se han empezado a fijar con más interés en los últimos años. Estas inversiones están aseguradas gracias al Acuerdo de Protección Recíproca de Inversiones. El gobierno de Obiang vende las oportunidades de negocio en el turismo, la energía, la construcción o las infraestructuras para atraer a empresas extranjeras como las españolas. Aunque se callan el grado de corrupción de las instituciones gubernamentales. No olvidemos que es un país donde hay una persona que hace lo que le da la gana, qué se pensaban señores. El estado español es el primer cliente de las exportaciones eucatoguineanas y también su primer proveedor (pag. 17 y 18: Informe económico y comercial. Guinea Ecuatorial 2012). Ocultan los datos sobre inversiones extranjeras aunque se sabe que es EE.UU el principal inversor en el país, especialmente en el sector energético y petrolífero. La inversión española es bastante menor aunque el interés cada vez es mayor. Esto es Guinea Ecuatorial. Un cliente, un poco tocahuevos en los negocios, pero una oportunidad de negocio. Y sí, dentro del pais hay una gente que se llama pueblo ecuatoguineano y si al presidente les importa un comino por qué les iban a importar al gobierno español, que ya tiene suficiente con ignorar al pueblo español.
En definitiva, la presencia de la selección podría servir para colocar en el mapa a Guinea y hablar sobre el autoritarismo y la opresión en la que vive su pueblo pero todo se reducirá a fútbol. A fútbol y negocios. A negocios, que es en lo que consiste todo esto. Los jóvenes privilegiados seguirán dando patadas a un balón sin que les importe lo que sucede a su alrededor a no ser que a alguno le de un ataque de dignidad. Un evento como este debería ser una oportunidad para mostrar que el sufrimiento del pueblo ecuatoguineano no nos debería ser ajeno, evidenciar la existencia de un régimen autoritario y cruento y dar la vuelta al interés bastardo del dictador en capitalizar la presencia de una selección campeona del mundo, con la notoriedad mundial que esto pueda conllevar. Debería ser pero…