La indignación puede parecer que nos hace iguales. Pero no lo somos. A veces no son lo que parecen y tras un tuit, una entrada en un blog, una organización o una pancarta contra la corrupción hay una impostura. Tener información y saber quiénes están detrás de una opinión, de un medio de comunicación o de una asociación nos permite descubrir los intereses que hay detrás de proclamas muy populares, que comparten muchas personas, pero que son solo una herramienta para conseguir lo que quieren. En situaciones delicadas como la que vivimos siempre hay avispados que intentan sacar provecho y se disfrazan de lo que no son. Les escuchamos indignarse ante la degradación política pero ellos mismos han formado parte del tinglado y han participado en sus chanchullos. Les escuchamos clamar contra la corrupción pero ellos mismos se han mezclado en corruptelas y fraudes. Se mimetizan con el entorno para ocultar su verdadera apariencia. Son embaucadores atentos a lo que se dice para utilizarlo en su beneficio de tal manera que parece que están en la misma orilla de aquellos que creen y luchan por una sociedad más justa y libre. Nada más lejos de la realidad puesto que son un producto natural de la perversión del sistema en que vivimos. Fingen no posicionarse ideológicamente y se invisten de virtudes que no poseen, pero que socialmente son reconocidas, como la independencia, la pluralidad, la transparencia o la inclusividad. Utilizan un lenguaje cercano a aquellos que honestamente quieren otro tipo de sociedad y hablan de devolver la soberanía al pueblo o de que exista una mayor participación ciudadana. Los incautos que se acercan, y solo ven la apariencia, no dudan en apoyarles y si les dices quiénes son en realidad echan mano de la simpleza argumental del tipo «si están en contra de X, me da igual quiénes son», obviando la falacia que hay en el fondo. Los incautos dan visibilidad y difusión al engaño y favorecen que otros incautos caigan en la misma trampa. Son el oxígeno que necesitan para conseguir sus intereses que no son otros más que la notoriedad y el dinero. Este último es el agua que mueve sus molinos. No, no somos iguales. No pueden ser compañeros de viaje de los movimientos sociales sino que se les debe identificar y denunciar, por mucho que ondeen la bandera contra la corrupción o por la justicia. Si lees una noticia o un artículo, entérate de quién lo escribe y a qué medio pertenece, entérate de quién controla un medio de comunicación, entérate de quién está detrás de una asociación, organización o movimiento. La información es la mejor herramienta para desenmascarar a los farsantes.