Toxo y Méndez se quejan del acoso mediático al que están sometidos los sindicatos de clase. Y no les falta razón. El ataque es brutal, demoledor, por parte de la derecha mediática y política que han conseguido crear una gran desafección y desconfianza en gran parte de la ciudadanía. El desprecio hacia la organización de los trabajadores siempre ha formado parte del ADN de la derecha rancia. Además movimientos como el 15M han criticado el papel que han jugado los sindicatos UGT y CCOO en la aprobación de medidas antipersonas que han colaborado a que la situación actual sea la que es y el compadreo con los poderes económicos y políticos, provocando que lo que teóricamente se define como sindicato de clase pasee de la mano de aquellos que adelgazan los derechos fundamentales de los trabajadores. No podemos olvidar las responsabilidades sindicales en el fraude de Caja Madrid/Bankia y en el del caso de los EREs en Andalucía o su inacción ante la reforma de las pensiones que hizo el gobierno de Zapatero. El argumento preferido de los dirigentes de estos dos sindicatos es que si no fuera por ellos las medidas aprobadas serían peores. También lo dicen en los comités de empresa para explicar a los trabajadores por qué han apoyado finalmente las propuestas de la empresa. En la práctica no han ejercido su deber de oponerse a todas aquellas medidas que a medio y largo plazo han supuesto un deterioro de los derechos laborales. Han hecho política y han participado en la estrategia de pactos que con el tiempo manchan las manos. Estos sindicatos se parecen tanto al estado corrupto que difícilmente pueden tener futuro en el caso de que se consiguiera un cambio real. Su funcionamiento y organización es tan similar que no valen reformas para que cambie. Las reformas son parches, bocanadas de aire que solo sirven para que el enfermo pueda vivir unos días más. Ni Toxo ni Méndez son conscientes de esto. Son prisioneros de las manos que han apretado. Ambos son parte del problema pero seguirán comandando unos sindicatos, elegidos por unos compañeros que ni siquiera son capaces de encontrar alternativas, que hace ya tiempo que dejaron de formar parte de la solución. Es la hora de los ciudadanos, de los trabajadores, de las personas que se autoorganizan, que dejan de mirar al lider que decide el camino que tienen que tomar, que forman parte de las decisiones y que luchan sin arrugarse contra las injusticias, el capitalismo y sus privilegios. Si de algo tiene miedo el capitalismo es del despertar de la gente.