Algunos pueden pensar que el régimen, que nació de los acuerdos entre los poderes fácticos durante la transición, está agotado, como si hubiera envejecido, y lo que vivimos actualmente es producto del tiempo y del deterioro natural. Sería como decir que la salud del anciano régimen comenzó siendo buena y ahora está en fase terminal. En fase terminal está, sin duda, pero que sea producto de un proceso natural que partiera de una estado saludable es bastante discutible. De hecho, como se suele decir, de aquellos polvos vienen estos lodos. Se modificaron o se crearon las estructuras del edificio para que los poderes fácticos, como la monarquía o la banca, siguieran ganando dinero. Porque en esto consiste todo. Se pintó la fachada para dar la apariencia apropiada a los nuevos tiempos y se ideó la ficción de la democracia, de las elecciones y supuestas nuevas formas de hacer las cosas mientras que entre bastidores seguían haciendo lo mismo de toda la vida. Se mezcló lo moderno con lo antiguo, se inició un proceso de democratización sustentado en un sistema perverso que con el tiempo lo convertiría en papel mojado, aunque este proceso también se convirtió, por una parte, en el único resquicio para cuestionar el sistema y visibilizar su deficiente funcionamiento y, por otra, en la justificación de la ficción democrática. Se levantó un edificio cuyos cimientos se hundían en un terreno esponjoso, poco resistente para los movimientos de tierra que inevitablemente se iban a suceder periódicamente. La corrupción de los partidos, el desprecio al ciudadano de los grandes partidos políticos, la perversión de la democracia parlamentaria, la inversión del significado del parlamento, las irregularidades de la justicia y la putrefacción de las instituciones que supuestamente sostenían a este régimen son el efecto natural de una creación viciada de origen. Aquellos que idearon este monstruo no creían en la libertad ni en la justicia ni en la fraternidad ni en todas aquellas palabras cuyo significado diluyeron expresamente y, por supuesto, no levantaron edificios que acogieran los principios de una sociedad democrática. Nos engañaron. No es un problema solo del Partido Popular, o del PSOE, o de la monarquía, o de los papeles de Bárcenas, o el caso de los ERES, o el caso Gürtel, o el caso NOOS, o el caso de las ITV, o las relaciones con narcotraficantes, o las mentiras de la guerra de Iraq o las del 11M…todo ello es la escenificación del derrumbe de un sistema, de un régimen nacido gravemente enfermo.