Esas personitas que van a votar con la papeleta en la mano

La mayor parte de los análisis de los resultados de las elecciones se hacen desde la perspectiva de los partidos y sobre esas personitas que van a votar con la papeleta en la mano se dice poco. Como si todo se redujera a los errores y aciertos de las campañas electorales de los partidos políticos. La cuestión es que muchos de esos votos ya están decididos con antelación y que también muchos de ellos son independientes de la gestión de los políticos. Esta lealtad de voto es además una ventaja fundamental de la derecha  que ha podido comprobar cómo a pesar de la gestión política y de las implicaciones delictivas de muchos de sus miembros ha conseguido aumentar, mantener, o en todo caso, perder poco. Muchos de estos electores acríticos votan desde la emoción y no desde la razón, votan a un ideal, a una representación abstracta de lo político que asocian a un partido concreto, algo casi divino que transciende y obvia la actuación personal de un sujeto determinado. Esta emocionalidad tiene su origen en nuestro pasado y en la polarización política y social que se vivió durante muchos años, alimentada por la demonización constante del otro. Y, cómo no, tiene su origen también en la deficiente conciencia democrática, que en este país se ha relacionado fundamentalmente con el acto mismo de ir a votar, pero que no ha fomentado la crítica y la reflexión, no del voto, sino de la actuación política y su aportación al bien común. Al final todo se reduce a unas siglas y a la categorización en un espectro político determinado. La práxis política ha fomentado esta situación pero sin olvidar que los políticos son un reflejo de los ciudadanos. Otros ciudadanos con mayor conciencia democrática, más preparados, reflexivos y críticos irán acompañados de políticos equiparables. La derecha es experta en movilizar emocionalmente a su electorado, sin importar que la argumentación sea simple, superficial o directamente inexistente, y por eso han ganado en Galicia, el País Vasco y, próximamente, lo harán en Cataluña. Conocen perfectamente a sus electores mientras que estos desconocen profundamente a sus elegidos. Saben cuáles son los mensajes que tienen que lanzar para mantener la lealtad inquebrantable a prueba de hechos. Tenemos que empezar a repartir las responsabilidades de la actual situación de forma equilibrada. Y no, no son solo los políticos de los partidos mayoritarios los grandes responsables. Igual nos hacen falta unos cuantos espejos.

2 comentarios en “Esas personitas que van a votar con la papeleta en la mano”

  1. Esto de la lealtad de voto de la derecha, es lo mismo que dicen desde el otro lado respecto al voto andaluz ¿no crees?

    En cualquier caso ¿que habria cambiado si el PSOE hubiera conseguido formar gobierno en Andalucia y Euskadi? Estamos en un punto que sirve de poco poner parches a la rueda, hay que cambiarla. Los votantes de izquierda estamos cautivos de unos partidos que ya no son herramientas de transformacion economica y los partidos de izquierda estan desarmados para dicha transformacion economica. Su menor de los problemas es recuperar la confianza ciudadana. El quid de la cuestion es recuperar/dotarse de herramientas para la transformacion. La recuperacion del voto sera consecuencia de esto primero.

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  2. No hubiera cambiado nada. La reflexión está más centrada en el comportamiento del elector y no tanto en la posibilidad de cambio si salieran otras opciones. En la lealtad de voto de la derecha incluyo al PSOE como partido, al igual que a CIU y al PNV. Aún así existen diferencias, para que en Galicia pueda gobernar una opción diferente al PP se necesita un gobierno de coalición como ocurrió en el año 2005. En Cataluña se necesitó el tripartito para gobernar y en el País Vasco una coalición entre el PSOE y el PP. En Andalucía es un caso aparte en el que el PSOE gobierna desde hace décadas, sucede también en Castilla y León con el Partido Popular, en la Comunidad Valenciana y en Murcia o en Madrid. En todas estos territorios la posibilidad de alternancia es muy difícil, aunque existan indicios o evidencias de una gestión delictiva como ha sucedido en Valencia. Es precisamente en estas situaciones, en las que sorprende que los partidos de la derecha mantengan cuotas de poder muy altas y con muy poca erosión electoral.

    El PSOE es un partido que practica políticas de centro derechas pero con una historia de izquierdas y un sector de la militancia que también se considera de izquierdas. Esta horquilla de votantes es la que varía y la que le hace perder elecciones. La naturaleza del electorado de uno y de otro partido sí es diferente. Cuando Zapatero hace lo que hace pierde las elecciones de manera estrepitosa. Aznar haciendo lo que hizo no propició que el PP del candidato Rajoy perdiera de manera estrepitosa. De hecho solo tuvo un 5,4% menos de votos. Perdió porque el PSOE tuvo un 39,2% más. En concreto, los votantes del PP nacional en elecciones de 1996 fueron 9.716.006, en el 2000 10.321.178, en el 2004 9.763.144, en 2008 10.278.010, en 2011 10.830.693. Es decir, que desde que ganó Aznar las primeras elecciones para el PP la horquilla está entre los 9.716.000 y los 10.830.693. Mientras en el PSOE, 9.425.678 (1996) 7.918.752 (2000), 11.026.163 (2004), 11.289.335 (2008), 6.973.880 (2011). Es decir, que la horquilla es más amplia, entre 6.973.880 y 11.289.335. Tomando el caso concreto del PP y del PSOE, en ambos existe lealtad de voto pero cuando pasan por una situación política es negativa sufre más el PSOE que el PP. Seguramente si cogiéramos los datos de CIU y PNV en sus territorios pasaría algo parecido. Pueden perder votos pero son capaces de mantener a un gran número de votantes a pesar de los pesares (caso Gürtel por ejemplo o lo que pasará en Catlunya que a pesar delos recortes de CIU conseguirán la mayoría absoluta, eso se llama fe inquebrantable 😉

    Con respecto a Andalucía, solo apuntar que a raíz de la corrupción de los ERE el partido más votado en las últimas andaluzas es el PP, por muy poquito pero el más votado. El PSOE gobierna gracias a la coalición con IU. Se vuelve a repetir el fenómeno de las coaliciones pero esta vez en un feudo electoral del PSOE.

    Y para terminar, creo que la confianza ciudadana no es el menor de los problemas sino uno de los principales. El cambio o se hace desde la participación ciudadana directa y democrática o no se hará. En este aspecto la situación ha cambiado y si los partidos de izquierda lo obvian están condenados al fracaso.

    Salud

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