La batalla ideológica que plantea el Partido Popular desde hace años contra los derechos fundamentales de los ciudadanos, tiene ahora, con la mayoría absoluta, una ventaja que les permitirá legislar y retrotraer los avances sociales logrados en las últimas décadas. Los populares, junto con organizaciones de ultraderecha y fundamentalistas religiosos, se manifestaron durante años contra derechos adquiridos como el matrimonio homosexual, el cual supone un avance en la igualdad y en la lucha contra la discriminación por orientación sexual e identidad de género, o amenazas inexistentes hacia la familia, derivadas precisamente de su lucha contra el matrimonio homosexual. No es ni más ni menos que el intento de imponer una mirada monolítica y homogénea de la familia y de la sociedad, basada en creencias religiosas vividas de una manera extrema, rígida y alejada de la realidad social, despreciando la diversidad que caracteriza actualmente a las sociedades modernas. A los populares no se les escapa que uno de sus campos de batalla fundamentales es la educación y de ahí la impostada polémica sobre la asignatura de educación para la ciudadanía. Polémica que avivaron organizaciones religiosas fundamentalistas y asociaciones de extrema derecha, como Hazte Oír o el Foro de la Familia, desde la manipulación, la mentira y la hipócrita reivindicación de la libertad de educación. La munición empleada contra la asignatura ha sido tan extravagante que hace dudar de la estabilidad emocional y psicológica de sus precursores. Corrupción de menores, incitación a mantener relaciones sexuales o a ser homosexuales son algunos de los pseudoargumentos defendidos bajo la mirada pervertida que les provoca una vivencia de su religiosidad desde el fundamentalismo. Aún así y como ya era conocido desde que el Partido Popular ganó las elecciones generales del 20N, el ministro de educación José Ignacio Wert apuntilló oficialmente a la asignatura utilizando la argumentación de los extremistas. La satisfacción por esta medida proviene de la Conferencia Episcopal Española y de otras organizaciones conservadoras y fundamentalistas. No es para menos, es un paso hacia la homogeneización social y el adoctrinamiento religioso tan de su gusto.
[En España tenemos un problema más allá de la crisis económica]