Y pasó. Lo que se censuraba de España era la ausencia de respuesta ciudadana por las medidas dirigidas a solucionar una crisis económica que ha generado casi 5 millones de desempleados, una reforma laboral que implica recortes en los derechos de los trabajadores o una reforma de las pensiones innecesaria, dictada por la desunión europea y organismos internacionales como el FMI. Se hablaba de Grecia, casi con envidia, por la acción ciudadana opuesta a las medidas neoliberales que se les imponía o se miraba con admiración la oleada de protestas de ciudadanos árabes pidiendo reformas en sus países y aquí, en España, no pasaba nada. Pero ahora ya pasó y no parece que se vaya a quedar en las manifestaciones que ayer domingo recorrieron las calles de 50 ciudades españolas. Ahora, miles de ciudadanos españoles son conscientes de que se pueden movilizar sin el apadrinamiento de los grandes partidos ni siquiera de las dos grandes organizaciones sindicales, que pueden ocupar las calles reivindicando justicia social y que otra salida de la crisis es posible, sin que los ciudadanos sean los mayores perjudicados. Ahora se espera a que aquellos que se quedaron en sus casas o miraban con curiosidad a esos miles de ciudadanos se unan a este movimiento social y ciudadano, que ya miran con recelo los partidos políticos (junto con alguno de sus fieles, contra viento y marea, votantes) y medios de comunicación. Tenemos un objetivo común y es construir una sociedad más justa y democrática. Esta labor solo la pueden hacer los ciudadanos y estos ya se han puesto manos a la obra. Por fin.