Las movilizaciones ciudadanas que se están produciendo estos días en España son un soplo de aire fresco necesario, fundamental e imprescindible para el despertar de la ciudadanía. Ninguna organización social ni ningún partido político tiene ahora mismo autoridad moral para liderar un movimiento como este. Por primera vez, en mucho tiempo, se han quedado fuera de juego y lo saben. De ahí que estos días se empiece a escuchar que este movimiento ciudadano fomenta la abstención o que solo se trata de un grupo minoritario de descontentos. Simples y conocidos intentos de desprestigiar y desvalorizar lo que es una iniciativa protagonizada por los ciudadanos, como debe ser en una democracia donde estos tienen que ocupar un lugar preponderante. Los dirigentes políticos están acostumbrados a que los ciudadanos estén detrás de ellos, griten sus consignas y se muevan en la dirección que ellos decidan, utilizando cualquier argumentario útil para conseguirlo, sin importar que sea verdad o mentira. Por eso las iniciativas ciudadanas son vistas con recelo sino se enmarcan dentro de los canales oficiales, controlados y dirigidos políticamente. Serán desacreditadas por los medios de comunicación afines, por los partidos políticos y sus feligreses más recalcitrantes y se intentarán desactivar utilizando las fuerzas del orden, bajo control político, sin importar la violencia con la que puedan actuar. Siempre se podrá catalogar a los ciudadanos como «antisistemas», provocadores, agresivos o delincuentes. El desalojo en la Puerta del Sol de Madrid de la #acampadasol tiene motivaciones puramente políticas (no descubro nada) y es solo un ejemplo más del miedo que provoca la acción ciudadana y lo podrida que está nuestra democracia representativa.
Algunos se preguntan ¿y ahora qué?. Se ha salido a la calle, se ha protestado, ¿y?…Pues hacer aquello que es prioritario: seguir ocupando las calles y visibilizar la protesta cada uno de los días que faltan hasta las elecciones y … continuar después porque, desgraciadamente, nada cambiará en el control de los ayuntamientos ni de las comunidades ni en la actividad política. Seguirán controladas por uno de los dos grandes partidos que han pervertido el funcionamiento democrático de este país pero, si este movimiento cristaliza, tendrán, por fin, frente a ellos, un movimiento ciudadano que aspira a vivir en una sociedad más justa y democrática. Trabajar con las ideas, con los aportes de las miles de personas que simpatizan y creen en este movimiento, organizarse, difundir las propuestas al resto de la ciudadanía y evitar el apadrinazgo de cualquier partido político.