Era emocionante. Nos levantábamos muy pronto para poder llegar con tiempo y coger buenas posiciones desde donde observar. Hacía frío y teníamos que ir abrigados. En tierras castellanas, a principios de septiembre, suele hacer frío en la madrugada. Algunos de los participantes llegaban en coloridos coches, preparados para la fiesta pero poco útiles para conducir por el campo. Otros muchos en Land-Rover. En total, cientos de coches se encontraban al alba en los campos de la antigua villa castellana. Esperaban.
Matadores de toros o el arte pervertido
Por Gabalaui