Rajoy aguantará. Es un todoterreno. Mi cabeza me dice que lo que está sucediendo es insostenible democráticamente pero la realidad tozuda se empeña en recordarme que esta no es la primera vez que está contra las cuerdas y que no ha pasado nada. Todo se repite como el día de la marmota. Escándalo político, una nueva prueba de la corrupción y la delincuencia instalada en el partido del gobierno, indignación ciudadana, unas pocas personas, en comparación con las que debería haber, enfrente de las sedes del Partido Popular, ruido mediático, periodistas en busca de las palabras de un presidente silencioso y escondido y un partido y un gobierno que se atrincheran dispuestos a mantener el poder cueste lo que cueste. Aunque la democracia, esa que dicen defender, se resienta. Uno no sabe qué tiene que pasar, que no sea una revolución, para que unos políticos mezclados en casos de corrupción asuman su responsabilidad. Evidentemente la honestidad y la responsabilidad no son virtudes que tengan los políticos que gobiernan este estado. Podríamos caer, y de hecho caemos, en el error de centrarnos en un nombre. Rajoy, Bárcenas, Camps, Fabra, la lideresa o cualquiera de las decenas de políticos populares implicados en casos de corrupción. No nos enfrentamos solo a la existencia de simples manzanas podridas, personas que se aprovechan en virtud de una falta de valores democráticos y de responsabilidad con la comunidad, que cometen comportamientos censurables. Esta es la estrategia que sigue el PP. Hacernos creer que es solo el sinvergüenza de Bárcenas, que ha engañado a los ciudadanos y a sus compañeros de partido. Muchos de los votantes y militantes compran este argumento porque es más cómodo. Pero es falso. Es la cesta la que está podrida. Son el funcionamiento y la estructura interna del partido los que favorecen la existencia de corrupción, es la condescendencia con el compañero que comete delitos, justificado y defendido como estrategia general, es la camarilla que se defiende y se alimenta de tal manera que el funcionamiento irregular se mantiene año tras año, independientemente de las personas que estén en los puestos de dirección. El problema no es solo Mariano Rajoy. El problema se llama Partido Popular. La dimisión del presidente del gobierno, necesaria e ineludible democráticamente, no será en ningún caso suficiente. El futuro inmediato para el PP debería ser su desaparición de la vida política y la derecha responsable y honesta se debería preocupar en crear un partido que pueda representar a todos esos ciudadanos huérfanos de políticos honrados y secuestrados por el discurso enfermizo de los actuales dirigentes de la derecha. Un partido que rompa lazos con la dictadura franquista y se comprometa con los valores democráticos. Un partido que se comprometa con la paz y con la defensa inquebrantable de los derechos humanos. Puede que esto sea una quimera pero es la única posibilidad de poner las bases para que la derecha española sea realmente democrática y civilizada y deje de ser la más reaccionaria y corrupta de Europa.