9.923.100. 29,18% de los votos. Berlusconi es noticia porque millones de ciudadanos italianos quieren que lo sea. Aún no se ha hecho la reflexión y la crítica necesaria sobre el comportamiento electoral de los ciudadanos. Preferimos buscar las responsabilidades fuera antes que asumir que la botella de oxígeno de la que respiran la sujetamos nosotros. Ya lo dice el refranero español: ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Votamos un partido y no nos importa que quien esté al frente sea un delincuente y un corrupto o haya mentido y engañado previamente. Berlusconi tiene el poder que le dan los que le han votado y estos no tienen excusa, son responsables de cada una de las decisiones que tome. Esta actitud no es exclusiva de Italia puesto que aquí ha ganado un partido que mintió y engañó al pueblo en varias ocasiones, incluso sobre los responsables del mayor atentado terrorista sufrido en el Estado Español. Sus votantes, más allá de entender por qué les vuelven a votar, son responsables de las medidas dirigidas a deteriorar los servicios públicos y de los comportamientos delictivos de miembros de su partido. Si Rajoy o Berlusconi dimitieran deberían hacerlo millones de españoles y de italianos. No pueden diluir la responsabilidad en no sabíamos lo que iban a hacer o en el todos los políticos son iguales. ¿Valdría decir que todos los ciudadanos son iguales? No sería justo. A veces nos llenamos la boca con el poder para el pueblo pero ¿las personas que conforman este pueblo están preparadas para ejercerlo?. Deberíamos empezar a practicar la mirada introspectiva y preguntarnos si seríamos capaces de participar activamente en un cambio radical de la sociedad en la que vivimos. Deberíamos ejercitar la crítica hacia aquellos que no lo hacen bien pero también asumir la responsabilidad de nuestras decisiones y blindarnos a caer en la trampa de la que nos avisa otro refrán español: el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Ya vale echar balones fuera.
Por desgracia, parece que la poca autocrítica que existe sólo se encuentra a la izquierda del espectro político.
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