Cuando el dedo señala a la luna de la justicia social y de la democracia, el necio se pone a mirar el dedo de la derecha económica y política

Que la influencia de la apuesta soberanista ha influido en las elecciones catalanas es innegable y ha favorecido el crecimiento de ERC y la aparición súbita de la Candidatura d’Unitat Popular (CUP) pero también los 100.000 nuevos votantes del PP catalán. Y por supuesto ha pasado factura a un partido que no se define como independentista sino como nacionalista pero que ha utilizado la opción independentista para obtener una mayor cuota de poder que le permita seguir imponiendo un modelo de sociedad que poco tiene que envidiar al de su hermano gemelo, el Partido Popular. La instrumentalización del independentismo para ganar más votos, aprovechándose de un sentimiento real de parte de la ciudadanía catalana, ha pretendido a su vez ocultar una gestión nefasta, tendente a la erosión gradual de los servicios públicos. Aún así no creo que la apuesta soberanista ni el disfraz independentista haya sido la principal razón de que CIU haya perdido tantos votos. Las agresiones neoliberales de la derecha catalana han debido tener un mayor peso en la decisión de muchos catalanes de retirar su apoyo al partido de Mas, apoyo que han recibido partidos, como ERC, ICV o CUP, que defienden otra manera de salir de la situación a la que nos han condenado la banca y la élite económica. Insuficiente para haber dado un vuelco a la situación política catalana pero suficientemente significativo para no darle la importancia que realmente tiene. La mayoría de los medios de comunicación y partidos políticos van a poner el acento en la cuestiones soberanistas de tal manera que se oculte la influencia inequívoca de una gestión contra las personas, que afecta en el día a día a miles de ciudadanos catalanes. El soberanismo ha sido y será la cortina de humo elegida por la derecha política y económica para distraer la mirada de lo que realmente afecta a las personas, como es el deterioro de la educación, la sanidad y los servicios sociales, el desempleo, el aumento de la pobreza o los desahucios, pero otra lección de estas elecciones catalanas es que muchos ciudadanos no se han dejado engañar porque cada vez hay más información y más participación política, gracias a los movimientos sociales y a la movilización social y política de un cada vez mayor número de ciudadanos. Ahora los pasos de los partidos de izquierdas y de los movimientos sociales y ciudadanos, que defienden otras alternativas, deben ir dirigidos a la unidad de acción y a decir a la derecha política y a los poderes económicos que lo que queremos es una sociedad realmente democrática, con mayor participación ciudadana y socialmente más justa. Cualquier otro planteamiento es bailar el agua a los de siempre.

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