Foto de @gabalaui
El Congreso de los Diputados, con todos los accesos bloqueados con doble valla, vigilados por los antidisturbios, es una metáfora de la relación actual entre los ciudadanos y el poder político y legislativo. No podemos acercarnos al lugar que, se supone, representa al pueblo español porque el gobierno de este país nos considera delincuentes, terroristas ante los cuales hay que extremar las medidas de seguridad. Eso es lo que se quiere transmitir a la opinión pública. Las protestas son peligrosas y necesitamos protegernos. La distancia que existe desde las vallas hasta la entrada del Congreso es la misma distancia que nos separa de las políticas y de una gran parte de los políticos. El activismo político de los ciudadanos está mal visto. Su presencia y su interferencia en los asuntos de la política, rechazables. Lo que se espera es la crítica domesticada o la aceptación acrítica de sus decisiones políticas, de sus medidas, de sus leyes porque esta es la manera de entender la democracia representativa. Me votas y soy yo quien decide qué y cómo. Si protestas eres un antisistema. O un ignorante. O un mal ciudadano. O un terrorista. Las vallas que protegen el Congreso de peligros imaginarios son una nueva afrenta a la democracia, esa maltrecha de la que tanto se habla y poco se practica. Esta es la elección que han hecho los políticos de los grandes partidos. Blindar el congreso frente a los ciudadanos, blindarlo a aquellos que dicen representar.