Ya no son solo las medidas que toman ni el objetivo de desmantelar las libertades y los derechos que se han alcanzado hasta el momento. Objetivo que está detrás de cada una de las palabras que pronuncian. Ya no es solo su naturaleza autoritaria y despótica derivada de siglos en los que sus ascendientes detentaron el poder. No es solo esto sino también la morbosidad de su discurso, el carácter enfermizo de su estilo comunicativo, la incongruencia entre el contenido y los hechos, la manipulación y la adulteración de su lenguaje. En qué tipo de personas se convierten aquellas que defienden y dicen lo contrario de lo que piensan y de lo que hacen, que son conscientes de la mentira que trasladan a la opinión pública. Cómo se puede lidiar psicológicamente con esa incongruencia, cómo desvincular las emociones de los efectos que provocan sus palabras, sus decisiones y sus actos. Qué tipo de personas son aquellas que modelan una imagen alejada de lo que realmente son, lo que se puede simplificar en esa frase de Maria Dolores de Cospedal: «El PP es el partido de los trabajadores«. Qué tipo de personas son aquellas que no dudan en manipular, mentir, falsear, deformar, desfigurar, desvirtuar, mistificar, disfrazar, amañar y engañar para conseguir sus objetivos. El estilo comunicativo del Partido Popular crea monstruos, sin duda, y su sentimiento de ser superiores y excepcionales y el absoluto desprecio a los ciudadanos, la desconexión emocional con el sufrimiento que generan las consecuencias de las medidas que aprueban y la agresividad que trasladan a la sociedad a través de la persecución de los que consideran enemigos y las modificaciones de las leyes para intensificar su control. La patología particular de un partido enfermo.