Sobre Repsol YPF y las bravuconadas del gobierno español del Partido Popular

Concebir la política exterior solo como «defender los intereses de sus empresas allí donde están» es claramente reduccionista y un ejemplo de la simpleza que transmite el Partido Popular en sus relaciones internacionales, donde la arrogancia y el matonismo se vislumbran como las dos estrategias más visibles de su relación con algunos países, especialmente con aquellos a los que mira por encima del hombro como los países latinoamericanos, con quienes la derecha española aún cree que cumple el papel de la madre patria. La falta de respeto de Juan Carlos mandando callar al presidente electo de Venezuela, Hugo Chávez, en la Cumbre Iberoamericana del 2007 sería impensable si hubiera sido cualquier otro presidente europeo pero perfectamente pausible, como así ocurrió, con un presidente de un país latinoamericano. De la misma manera, el gobierno de Aznar buscó desestabilizar al gobierno chavista, con la colaboración en el golpe de estado de 2002. La actitud de la derecha se ve a su vez refrendada por los medios de comunicación que se refieren a gobiernos de la izquierda latinoamericana con términos poco respetuosos y despectivos. Por eso, la manera de afrontar el actual conflicto con Argentina se reduce a la amenaza y al exabrupto. Esa imagen de dureza, tan del gusto de la derecha, que tanto les gusta cultivar. Solo hay que ver el gesto serio e impostado de la vicepresidenta y el ministro de asuntos exteriores españoles, intentando transmitir una posición irreductible que resulta ridículaTodo ello por una empresa como Repsol YPF cuya propiedad pertenece en más del 50% a capital extranjero

Repsol YPF es una empresa que en Argentina ha provocado derrames tóxicos y fuerte contaminación atmosférica, así como vertidos por rupturas de oleoductos. También se la ha acusado del peligro de intoxicación por la presencia de 3.000 pozos abandonados y sin sellar en Comodoro Rivadavia, como así denuncia Greenpeace en su análisis sobre multinacionales españolas. Ha provocado graves daños medioambientales y sociales en países como Colombia, Ecuador, Bolivia y Perú donde al igual que en Argentina existe una fuerte oposición por parte de activistas locales, ha violado los derechos de las comunidades indígenas como los mapuches o los guaraníes y se la ha acusado de fomentar la violencia en Colombia por la financiación de unidades militares del ejército vinculadas a grupos paramilitares, responsables de crímenes de lesa humanidad y graves violaciones de los derechos humanos. Además Repsol YPF colabora con estados que no respetan los derechos humanos como  Guinea Ecuatorial, Marruecos, Turkmenistán, Nigeria o Sierra Leona. Según el informe de Greenpeace, «Los nuevos Conquistadores«, en Argentina durante la privatización de YPF se produjeron despidos masivos y se precarizaron las condiciones laborales del personal que permaneció en la empresa (éstos fueron parte de los factores que dieron origen al nacimiento del movimiento “piquetero”). También se vendieron las unidades menos rentables y se clausuraron refinerías. ¿Qué interés tiene para Argentina una empresa cuyo único interés son sus beneficios económicos, aprovechándose de los recursos naturales sin ninguna responsabilidad social y medioambiental? Argentina tiene el derecho soberano de tomar decisiones sobre la explotación de sus recursos naturales, nacionalizar si lo cree necesario una empresa de tan rechazable curriculum y recuperar así el control estratégico de sus recursos, de cuyas manos fueron sospechosamente arrebatados con la privatización de la argentina YPF en 1999.

Al ultraconservador gobierno español del Partido Popular y a la oposición del Partido Español (ni obrero ni socialista), así como a otros partidos de la derecha como el PNV, todo esto les importa bien poco. Prefieren rasgarse las vestiduras y lanzar proclamas patrióticas para salvaguardar los intereses particulares de Repsol, que no son los de los ciudadanos ni los del estado español. La irresponsabilidad de sus acciones en Argentina es responsabilidad única y exclusiva de Repsol YPF y son ellos los que tienen que afrontar las consecuencias. El gobierno argentino espero que decida lo mejor para su país y para sus ciudadanos, más allá de la injerencia arrogante e irrespetuosa del gobierno español.




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