Información, deformación y desinformación

A menudo compramos discursos que no son nuestros, sin hacer una valoración crítica de lo leído o de lo escuchado, que tienen una fuente o bien única o bien diversificada pero homogénea en cuanto a la interpretación de los hechos. No nos hacemos muchas preguntas, si es que nos hacemos alguna, cuando esta interpretación es coincidente y refuerza nuestro marco de interpretación del mundo o, más concretamente, de hechos que nos rodean o incluso que suceden a miles de kilómetros. Este marco, que tenemos todos, nos sirve para interpretar la realidad pero su rigidez implica la deformación de esa misma realidad. En ocasiones somos capaces de realizar una lectura sobre realidades ajenas con un grado de seguridad que sorprende por correr paralela a un desconocimiento sobre esas realidades, o sociedades, países y continentes, sobre su realidad cultural, social y política. Pero a pesar de esta ignorancia somos capaces de defender posiciones con uñas y dientes, defendemos políticas que no sufrimos o apoyamos a dirigentes políticos que no forman parte de nuestro gobierno. Muchas veces un discurso determinado es suficiente para apoyar sin fisuras, a pesar de que los hechos, que son los que determinan la honestidad de los gobernantes, no los conozcamos o lo hagamos de manera superficial y sesgada, sin saber siquiera si esos hechos apoyan o no el discurso que venden a la ciudadanía. Utilizamos medidas maniqueas, blancos y negros que impiden otras tonalidades, que nos permiten simplificar realidades mucho más complejas. En ocasiones la defensa de ciertos posicionamientos, criticados y manipulados de forma interesada por los medios de comunicación, evitan el acercamiento crítico hacia dirigentes políticos, a los que damos carrete porque consolidan nuestros esquemas de realidad. Todos hemos caído y caemos en esta trampa, que elimina la valoración crítica. La diversificación de nuestras fuentes sobre realidades ajenas y desconocidas implica no leer al mismo perfil de analista político, que repiten las mismas ideas una y otra vez, sino también a aquellos que ofrecen otra visión, otra perspectiva crítica incluso de la crítica, y saber identificar los sectarismos y la desinformación, que suelen provenir de personas excesivamente vinculadas a órganos de poder o que se caracterizan por la defensa de determinadas políticas y el menoscabo de otras, que acompañan con descréditos y deshumanizaciones de aquellos que las critican, muy peligrosa por la polarización social que genera. Es bueno desconfiar de aquellos que opinan sobre diferentes países, bajo esquemas prediseñados, que desconocen las realidades de las que hablan pero a las que aplican los mismos parámetros de análisis, obviando las peculiaridades culturales, sociales y políticas. La aplicación de marcos rígidos de interpretación y análisis no solo empobrecen intelectualmente sino que alienan. Se mire desde la izquierda o desde la derecha.

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