El no irlandés al referéndum sobre el tratado constitucional de la Unión Europea de junio del 2009 era una de las esperanzas de esa Europa social y democrática que estaba por construir. Un referéndum convocado a pesar de que en 2008 ya dijeron que no pero esto no se iba a permitir. Las maniobras de los dirigentes europeos, con Merkel y Sarkozy al frente, consiguieron que los irlandeses votaran, esta vez sí, a favor del tratado de Lisboa. Fue la consolidación constitucional de una Europa económica y de dudoso funcionamiento democrático. Van Rompuy se convirtió en el primer presidente del Consejo Europeo elegido a dedo, sin más méritos que ese, que unos señores se arrogaran el derecho de elegir por encima de los ciudadanos. Catherine Ashton fue, a su vez, elegida a dedo como Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores. Los dirigentes europeos dieron una imagen de unidad ante tan flagrante desprecio a la democracia y a la mayoría de los ciudadanos no les importó demasiado lo que estaba ocurriendo.
Van Rompuy, a punto de cumplir dos años de mandato, afirmó el pasado viernes que Italia necesita reformas y no elecciones. No creo que a nadie le pueda extrañar esta afirmación. Mario Monti, exconsejero de Goldman Sachs, se ha convertido en nuevo primer ministro italiano con el mismo método con el que Rompuy consiguió su cargo. El apoyo de los grandes partidos italianos y la mano directora de la Europa de Merkel ha sido suficiente para que Monti se convierta en primer ministro. ¿Para qué se necesita a los ciudadanos? Parece ser que en esta situación de crisis ni siquiera para votar. Lucas Papademos, exvicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), se convirtió también en el nuevo primer ministro griego hasta las elecciones previstas para el próximo año, nombrando, a su vez, algunos ministros de extrema derecha. Los ciudadanos, de nuevo, brillan por su ausencia. Tecnócratas al servicio del poder financiero. ¿Para qué se necesita a los ciudadanos si ya están los expertos? Ya llegaron a Europa las nuevas dictaduras modernas.
El Kaleidoskopio de Gabalaui KdG 