El discurso del odio, la ultraderecha y las agresiones fascistas

La Sala de lo Penal del Tribunal Supremo ha absuelto a los ultras del Círculo de Estudios Indoeuropeos -Juan Antonio Llompart, Ramón Bau, Oscar Panadero y Carlos García- por escribir, editar, difundir y vender material neonazi. La sentencia se basa en que el mensaje de odio que transmiten no es suficiente para justificar una condena por difusión de ideas genocidas y contra los derechos fundamentales. Esta sentencia contradice la condena en el año 2009 dictada por la Audiencia de Barcelona. Los magistrados aducen que la constitución española no prohíbe este tipo de ideología por lo que se amparan en la libertad de expresión y añaden que su difusión no supone una incitación directa al genocidio ni crea un clima de opinión o de sentimientos que den lugar a un peligro cierto de comisión de actos concretos de discriminación, odio y violencia contra determinados grupos étnicos. ¿Pueden estos magistrados estar más desconectados de la realidad? Parece que ignoran los prejuicios de gran parte de la población española hacia el pueblo gitano o hacia la población inmigrante. Ignoran las agresiones fascistas que según la organización «Movimiento contra la Intolerancia» se producen con preocupante frecuencia (unas 4000 agresiones anuales). No estamos hablando de una cuestión ideológica, cada uno puede pensar lo que le dé la gana, sino que estamos hablando de las consecuencias prácticas que con estos mensajes de odio sufren personas pertenecientes a minorías étnicas, inmigrantes y militantes de la izquierda. Señores magistrados, estos discursos envenenan la convivencia y propician la aparición alarmante de acciones violentas contra los ciudadanos protagonizadas por grupos ultras organizados. Es preocupante la aparición de partidos de ultraderecha en la política Española, como PxC o España 2000, y en la europea, como los búlgaros de Ataka o los húngaros de Jobbik, con discursos muy agresivos contra los inmigrantes o los gitanos. No es ya un fenómeno minoritario -estos partidos tienen ya representación parlamentaria o en los Ayuntamientos- y se encuentra en constante crecimiento. Estos discursos de la ultraderecha son el semillero necesario para la existencia de acciones racistas y xenófobas. No estamos hablando de libertad de expresión si no de la defensa de los derechos fundamentales de las personas y de la convivencia pacífica y respetuosa con lo diferente y amplificadora de lo común. Ignorar o minusvalorar este riesgo real en la sociedad nos aboca al crecimiento de la violencia y el odio intercultural.

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