Si el Partido Popular hubiera aprobado las medidas económicas que ha aprobado el PSOE en estos últimos 12 meses, la calle sería un hervidero de personas protestando y quejándose por el deterioro del medioestar. Habría polémicas discusiones en los bares, airados por las políticas de derecha y medidas neoliberales. No tengo ninguna duda de que esta sería la situación. Pero el hecho de que gobierne el PSOE, hace que esas mismas medidas sean justificadas y apoyadas por los mismos que las criticarían si vinieran de la derecha. El gregarismo y la ausencia de autocrítica predominan en los grandes partidos políticos. El bipartidismo consiste en esto. Eliminan los posicionamientos críticos y se favorece la adscripción a unas decisiones por generarse desde un partido o desde otro. Los principios son maleables de tal manera que, como decía Groucho Marx, estos son mis principios y si no les gusta tengo otros. En el caso de que exista alguna crítica, existe una cosa que se llama disciplina de partido que sirve para ahogarla y limitarla en un espacio, poco accesible para la opinión pública a no ser que alguien traicione las reglas internas. Este es el principio de los trapos sucios se lavan en casa y que dan una imagen de homogeneidad intelectual que pretenden trasladar a la sociedad. Los dos grandes partidos españoles perjudican a la sociedad no solo a través de sus políticas sino por la práctica minuciosa de anulación de la crítica constructiva y del razonamiento. La simplificación es la norma.