Por Gabalaui
En agosto de 1991, Jesús Gil se paseó con nocturnidad y alevosía por el puerto deportivo marbellí llamando borrachos, ladrones y delincuentes a decenas de jóvenes que se divertían en la noche de Marbella. Protegido por la leal policía local les amenazó con un «voy a terminar con vosotros» mientras los jóvenes reaccionaban enfurecidos, lanzándoles botellas y sillas ante la provocación de quien era la mayor autoridad legal de la ciudad junto a los representantes locales de la ley y el orden. Acabó con ellos y también con las prostitutas de baja estofa, los pordioseros y los rateros de tres al cuarto. En su ausencia se instaló la delincuencia de altos vuelos, bienvenida por el glamour y las divisas que proporcionaba a la ciudad. La otra quedaba muy fea en la foto con los lujosos yates de Puerto Banús al fondo.