Escracheando para generar conciencia

Pongamos que he sido elegido en unas elecciones, me siento en un escaño del Congreso de los Diputados y apruebo y defiendo medidas que provocan que decenas de familias sean expulsadas de sus casas o recortan los derechos laborales o destruyen el empleo o reducen los presupuestos de sanidad y la educación pública. Después de dar al botón que aprueba esas medidas, siguiendo las indicaciones de mi partido, converso plácidamente con los compañeros, atiendo a la prensa y defiendo la inevitabilidad de esas medidas, me voy a mi despacho, llamo a mi mujer y le pregunto cómo está, si ha ido al médico de la aseguradora,  y si tengo que ir a buscar al niño cuando salga del colegio concertado. Me dice que no, que ya va la doméstica. Me voy a tomar un algo a alguno de los bares de la calle Jesús y después paseo hasta casa, tranquilamente, con ganas de llegar y sentarme frente al televisor y descansar. Pongamos que en todo ese intervalo de tiempo entre que he apretado el botón y me he sentado en el sofá de mi casa no he pensado ni un solo segundo en las personas que se van a ver afectadas por cada una de las medidas que se acaban de aprobar con ayuda de mi voto y si lo he hecho he pensado cosas como que es un sacrificio que hay que hacer, inconsciente, insensible, indiferente al sufrimiento real que mi decisión ha provocado.

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