Al Partido Popular no le preocupa que los ciudadanos piensen que no tiene programa de cara al 20N. Ni les preocupa no desarrollarlo públicamente. Juan Carlos Escudier lo trata hoy en una columna en Público: «En el PP son muy egipcios«. Pero más allá de las intenciones de este partido, lo realmente dramático es que las probabilidades de que consigan una mayoría absoluta son altas y, aunque no la consigan, las posibilidades de que casi 10.000.000 de votantes metan la papeleta del PP en la urna son también muy altas. Es decir, en este país casi un tercio de la población con derecho a voto estaría dispuesta a votar a un partido independientemente de sus propuestas, de sus ideas, de su programa político de gobierno. Estarían dispuestas a aupar al gobierno, en una situación de crisis económica muy preocupante, a un partido que no ha sido capaz de explicar ni desarrollar una alternativa al gobierno actual. Es evidente que el voto no tiene una inspiración racional sino emocional y de esto el Partido Popular es plenamente consciente. Sabe que no va a movilizar a su electorado exponiendo pedagógicamente su programa de gobierno. Este es el drama. Millones de electores votando al estilo pavlov. Quizás un día se conviertan en ciudadanos.