Por Gabalaui
El movimiento 15M parte de un principio de actuación no violento, lo cual no implica que sus acciones no generen conflicto y que no se creen situaciones límites que, en otras circunstancias hubieran desembocado en respuestas desde la violencia. Una parte mayoritaria del 15M no reacciona de forma violenta ante las agresiones físicas [sin olvidarnos de las agresiones políticas, económicas y sociales, menos evidentes] ejercidas por las fuerzas de seguridad del estado, a instancias de los poderes políticos, y sus protestas y manifestaciones no son de naturaleza violenta. Este posicionamiento es una de sus fortalezas. Si a lo largo de estos meses se hubieran producido enfrentamientos violentos protagonizados por el 15M, la capacidad de influencia y movilización serían mínimas y estaría bajo el control de grupos en cuyo análisis de la realidad la violencia es motor del cambio y que han fracasado en el pasado desde esta estrategia de oposición. Estos grupos son minoritarios, con escasa influencia en la ciudadanía y con nula capacidad de generar cambios en la sociedad. Afortunadamente el 15M ha optado por la desobediencia civil y la no violencia. Además empieza rompiendo las reglas de juego al trasladar la reflexión y la acción política fuera de los contextos tradicionales. Las lleva a la calle y convierte a los ciudadanos en parte activa y protagónica. ¿Quién se podía esperar este movimiento hace unos meses?