#acampadasol ya es otra cosa

Antes de entrar en la boca de metro de Sol de la calle carretas, me encuentro con un cartel que pone taller de bicicletas, escrito en un trozo de cartón. Alguna de las personas que están acampadas en Sol acuden con sus bicicletas y este taller se ha creado para solucionar cualquier avería. Una cuestión puramente práctica. También hay talleres de clown, se hacen performances de embarazadas, reiki o se dan abrazos gratuitos. Hay muchas más actividades de este tipo y alguna de ellas sirven para hacer más cómodas y llevaderas las largas horas que pasan en Sol. Todo tiene una explicación. El pasado fin de semana, la acampada de protesta se había convertido en una pequeña ciudad muy organizada, con sus calles y áreas de trabajo y con un techado que cubría una gran parte de la superficie de la plaza. La Ciudad Sol. Se creó una guardería, una biblioteca e incluso un huerto ecológico, en la tierra que rodea a una de las fuentes de la plaza. Una comisión de infraestructuras se encarga de proporcionar a los acampados todo tipo de material que necesiten y todo tipo de estructuras, con personas dedicadas a tareas de carpintería o de electricidad. Incorporan, incluso, energías renovables para el suministro eléctrico con la colocación de placas solares. Las personas que acudían a Sol durante ese fin de semana paseaban por sus calles artificiales, creadas para moverse por la pequeña ciudad, y sacaban fotos de recuerdo. Alguna de ellas posaba divertida delante de algunas pancartas curiosas. Por megafonía anunciaban actividades, necesidades logísticas, mensajes urgentes o horarios de las asambleas o de los grupos de trabajo. De vez en cuando se gritaban las consignas más populares como «que no nos representan» o «lo llaman democracia y no lo es», que hacían recordar los primeros días de la protesta ciudadana. Se han creado comisiones con diferentes temáticas, algunas de ellas muy necesarias como la de extensión a barrio y otras más insólitas como la de espiritualidad, para «reconectarse con uno mismo». Subcomisiones y grupos de trabajo formados por decenas de personas debaten sobre cualquier tema y sacan conclusiones que son expuestas en la asamblea general para su aprobación. El trabajo y el esfuerzo de las personas que organizan todo esto es admirable y ocuparía aún más espacio contar todas las cosas que se han creado en esta tan particular ciudad dentro de la ciudad de Madrid.

El origen de las movilizaciones se ha transformado en un espacio autogestionado donde se debaten múltiples temas más allá de los que en un principio sacó a miles de personas, de diferente pelaje ideológico, a la calle, que se podría reducir a la reivindicación de más y mejor democracia.  Lo que ocurre en Sol ya es otra cosa aunque sigan compartiendo esa reivindicación. Es un movimiento dinámico y vivo, en continua transformación, que se pretende exportar a los distritos y barrios de Madrid y de otras ciudades madrileñas. Aún así, la adhesión a este movimiento se ha reducido y, por tanto, su capacidad de movilización es menor porque ha optado por la discusión de ideas programáticas que generan diferencias frente a la opción de lo que algunos han llamado consenso de mínimos, más concreto y centrado en lo que une. La #acampadasol aunque haya surgido de la movilización de miles de ciudadanos no ha tenido vocación de agrupar. Las asambleas ahora son menos frecuentadas y las críticas arrecian porque se considera que se han apartado del denominador común. Las actividades que han organizado no han ayudado porque desde fuera no se entienden y abrir el debate a todo no ha ayudado a concretar los principios que sustenten a este movimiento en el tiempo. Han querido todo ahora y me temo que se quedará en muy poca cosa. Aún así, a pesar de que no se espere una gran influencia ideológica de este movimiento en la ciudadanía, en general, no se puede obviar lo que sí ha generado. Miles de personas en la calle exigiendo al gobierno más democracia y mayor participación ciudadana. Los gobiernos saben ya que los ciudadanos se pueden autoorganizar, sin la primaria movilización desde los sindicatos o partidos políticos. Saben que hay miles de personas todavía que siguen indignados y que la paciencia cada vez es más corta. Los resultados de las últimas elecciones no invitan a ser optimistas (incomprensible que en #acampadasol dijeran que no iba con ellos. Ni que fueran marcianos). Las políticas agresivas contra los ciudadanos se mantendrán con la excusa de la necesidad de realizar ajustes para salir de la crisis económica. Los derechos de los trabajadores seguirán recortándose con la excusa de crear empleo. Cada día que pase tendremos más razones para salir a la calle y exigir (no pedir) cambios. Y de los errores, aprendemos, señor gobierno.

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