No estoy seguro de que ahora sea el momento de las propuestas sin haber definido claramente cómo se va a organizar la ciudadanía, cuáles van a ser los órganos y los canales de participación y qué se va a hacer con las ideas generadas por los ciudadanos. Me parece que es empezar la casa por el tejado. Ahora todo el mundo propone y propuestas no faltan (yo podría hacer una lista de 100 puntos empezando por un nuevo acuerdo de convivencia entre los españoles, es decir, una nueva constitución). De hecho, tengo la sensación de que no dan abasto. Se están haciendo actividades que me sorprenden por su inadecuación al momento como es un huerto ecológico o talleres de clown y que espero que no sea un ejemplo de que el punto de mira se ha desviado. ¿Qué tiene que ver un huerto -aunque sea simbólico- con la sensación de hartazgo y la falta de representatividad ciudadana en la política española?
Vivimos una crisis económica, provocada conscientemente, cuyas consecuencias las están pagando no solo los ciudadanos españoles sino los de todos los países del mundo. El gobierno español adopta medidas económicas neoliberales, dictadas por organismos internacionales como el FMI o la ilusoria Unión Europea, sin consultar a la ciudadanía. De hecho, el presidente del gobierno se arroga el derecho a practicar políticas que no aparecen en su programa electoral o son claramente opuestas a las que defendía, sin plantearse la consulta ciudadana. Los partidos políticos se preocupan exclusivamente por conseguir votos y mantener sus cuotas de poder, pase lo que pase, con corrupción o sin ella, arramblando con todo lo que se les ponga por delante aunque sea la mismísima democracia. Democracia que en su boca es una entelequia, algo que solo conserva su nombre, desprovista de todo significado y arrebatada violentamente a los ciudadanos. El hartazgo ciudadano ante todo esto ha sido el vínculo que ha favorecido que miles de personas acudieran, sin obstáculos ideológicos, a la Puerta del Sol y a más de 50 ciudades en toda España.
La efervescencia del momento ha generado la aparición de cientos de propuestas de personas deseosas de participar y de cambiar la situación actual. Esta energía e iniciativa popular es una fortaleza de los ciudadanos necesaria para afrontar lo que, espero, se nos viene encima, que no es otra cosa que una mayor participación y protagonismo del pueblo en la política española. Pero para ello hay que explicitar esos espacios de participación (y de decisión). Si no, me temo que las propuestas se quedarán en eso porque aún no se ha definido qué hacer con ellas. Creo que en los inicios lo más importante es la permanencia y la visibilización de la protesta, procurando conseguir una mayor adhesión de ciudadanos, lo cual se está consiguiendo, y dedicar todas las energías a concretar los principios, las bases, que van a sustentar esta movilización popular y que tienen que ver con aquello que nos ha unido a la hora de ocupar la calle. Y avanzar hacia un modelo político más democrático. A partir de aquí, todas las propuestas que se quieran.