La construcción de Europa se ha erigido a partir de valores universales como la libertad, la solidaridad y el respeto a las diferencias. Se nos ha dicho que somos un referente de los derechos humanos en el mundo y vehículo de los valores fundamentales que representa la democracia. Somos sensibles a las violaciones de aquellos derechos en cualquier parte del mundo y exigimos su respeto. Buscamos expandir la democracia por aquellos lugares en los que consideramos que viven oprimidos por sus gobiernos. Esto nos dicen nuestros políticos en España, en Francia y en cualquier otro país europeo y de tanto repetirlo lo hemos asimilado como una verdad incuestionable. Somos especialmente sensibles a imágenes en los que vemos a otras personas sufrir y nos preguntamos cómo puede suceder. Por eso sorprende que cuando nos enteramos de que Sarkozy expulsa de Francia a familias, con ciudadanía europea, por su origen étnico, no nos indigne ni exijamos responsabilidades políticas. Sorprende que no criticáramos el respaldo de otros líderes europeos al mandatario francés, sin un solo cuestionamiento, excepto el de la comisaria europea de justicia, Viviane Reading, a la cual se le critico casi con inquina por defender a estas familias. La comisión europea permitió estas acciones de naturaleza racista a pesar de todos esos valores de los que tanto presumimos.
En Europa siempre han existido grupos minoritarios de extrema derecha, que puntualmente eran capaces de arañar algunos votos, pero en la actualidad estos grupos se han convertido en candidatos potenciales al gobierno de algunos países como en Austria, con el fallecido Jörg Haider, o recientemente en Hungria con el partido Movimiento por una Hungría Mejor (Jobbik). Xenófobos, violentos, racistas, anti-gitanos…consiguen convencer a cada vez más ciudadanos. Jobbik, incluso, creó una milicia paramilitar, la filofascista Guardia Húngara, que aún estando ilegalizada sigue actuando a pleno rendimiento bajo otros nombres como Guardia Civil por un Mundo Mejor o Milicia Sicula. Jobbik consiguió representación en el Parlamento Europeo en el año 2009 (3 escaños) y es la tercera fuerza en el Parlamento húngaro. Juan de Dios Ramírez Heredia denunció la persecución y la muerte de gitanos en el país magiar. El mal trato hacia el pueblo gitano también se da en otros países europeos. En el año 2009, en Eslovaquia se construyó un muro en la ciudad de Ostrovany para separar a la comunidad gitana del resto de ciudadanos. En la Italia de 2008 de Silvio Berlusconi se asaltaron campamentos gitanos en ciudades como Nápoles y Roma además de las patrullas ciudadanas, creadas por el fascista Movimiento Social Italiano-Derecha Nacional para limpiar las ciudades.
En el corazón de Europa existe un estado criminal que se dedica a la trata de personas, el trafico de drogas, asesinatos y el tráfico de órganos humanos cuyo primer ministro es un criminal mafioso, reconocido internacionalmente. Este mafioso es conocido y reconocido por las principales potencias europeas (Alemania, Reino Unido, Italia y Francia) y protegido de la gran potencia mundial, EE.UU. Este estado se llama Kosovo y el criminal que lo dirige Hashim Thaçi. Dick Marty, relator sobre derechos humanos del consejo de Europa, realizó un informe en el que desveló la red mafiosa comandada por Thaçi y las siniestras actuaciones de estos criminales. Anteriormente, Carla del Ponte ya revelo los crímenes en Kosovo en su libro La caza. Estas actuaciones son conocidas y, por la inacción, toleradas por los líderes de las grandes potencias europeas y EE.UU.
¿Qué hacemos con estas atrocidades? ¿Seguimos mirando hacia otro lado o exigimos a nuestros gobiernos que denuncien esta situaciones y actúen en defensa de esos valores que dicen que representamos?
Para saber más sobre Kosovo:
¿Qué está pasando en Kosovo? por Vicenç Navarro
Kosovo dependiente por Jonathan Martínez