La derecha social enseña la patita

Sacar a los mendigos de la calle ya lo hizo Gil y Gil en Marbella con notable eficacia. Oye, qué bonita estaba Marbella con sus yates y coches de lujos y sin harapientos que estropearan las fotos de los turistas porque mira que hace feo verlos tumbados en las calles, sucios y alargando sus negras manos pidiendo dinero e incomodando a los transeúntes. Cuidar la imagen y esconder la miseria y la mierda debajo de la alfombra no es una política extraña en los municipios españoles. Está más extendida de lo que creemos. Gallardón, ese lobo con piel de cordero, propone una normativa estatal que permita sacar a los mendigos de la calle para satisfacer las demandas de los comerciantes madrileños. Florencio Delgado, presidente de la asociación de comerciantes de Gran Vía, se atreve a hablar del drama de las personas que están en la calle con la superficialidad propia de aquellos que miran la miseria, la soledad y las enfermedades mentales por encima del hombro, con el desprecio y la ignorancia que deriva de la insensibilidad social de aquellos que ven la sociedad solo con los euros incrustados en su retina. La frase «pedigüeños que campan a sus anchas» define a quién la pronuncia y a quién la defiende. Gallardón lejos de censurar la actitud retrógrada y amoral del empresario, la da validez con su propuesta. Y tan panchos.

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