Bandera de cínicos

Foto de @gabalaui.
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Manuel Fraga, fundador de Alianza Popular, presidente, diputado y senador del Partido Popular, ministro franquista y experto en cosmética de dictaduras, afirmó en 2006 que Pinochet, dictador de Chile, podía haber cometido algunos excesos pero, en principio, dejaba un país mejor de lo que se lo había encontrado. Sobre Salvador Allende dijo que había dejado el país en el caos total, afirmación que sirve para justificar el golpe de estado chileno de la misma manera que justificaba el golpe de estado de los nacionales y la guerra civil española por la beligerancia roja de los años treinta. No hay ni una sola dictadura de derechas que no haya sido apoyada por la derecha española ni ningún golpe de estado dirigido contra gobiernos, denominados de izquierdas, que no haya sido justificado. Ahora, en un ejercicio de cinismo, la derecha española no para de hablar de dictaduras ni de traer a colación la relación de la izquierda con la dictadura. Esta práctica desvergonzada se traslada a la supuesta corrupción del actual gobierno español, siendo el partido más corrupto de las últimas décadas, con decenas de militantes investigados, juzgados y convictos y condenado como partido hasta tres veces por beneficiarse de la trama Gürtel.

Ayuso ha recibido a Milei en la Real Casa de Correos de Madrid, sede de la presidencia de la Comunidad de Madrid. Milei, el de viva la libertad carajo, ha recibido una medalla por sus aportaciones a la libertad. Libertad que corean los mandados por el partido a la Puerta del Sol y los fanáticos que no se pierden ninguna concentración ultra. Esa libertad manoseada, sucia y roñosa, cuando pasa por la criba de la derecha, en todas sus formas: libertariana, neoliberal, reaccionaria, franquista, católica o tradicionalista. Esa libertad que se hace fuerte en la demolición de derechos fundamentales. Ayuso y Milei hablan de la libertad de las cosas, de las empresas y de los empresarios mientras restringen derechos como el acceso a la educación y la sanidad pública o se eliminan los recursos dirigidos a mujeres víctima de la violencia machista. La Comunidad de Madrid es un ejemplo paradigmático de la erosión gradual de derechos fundamentales y del modelamiento social y piscológico de la población madrileña. Décadas de permanencia en el poder, han conformado un contexto favorable para la progresiva implantación de medidas privatizadoras degradantes del sistema público.

Solo el 40% de los estudiantes madrileños acuden a centros educativos públicos frente al 81% en la Unión Europea. La receta es sencilla. Se desvían millones de euros públicos, no solo a centros privados, sino especialmente a los concertados que son la puerta de entrada a un futuro sistema privatizado de la educación. Los centros públicos están mal financiados y con plantillas de profesionales insuficientes. Esto se está haciendo en Madrid desde los años noventa del pasado siglo. A esto se suman las campañas publicitarias desde las instituciones de la comunidad y el control de los medios de comunicación madrileños, en concreto, TeleMadrid y todas las cadenas de televisión y radio que fueron favorecidas a mediados del 2000 por las licencias concedidas por la liberal Esperanza Aguirre que, a su vez, accedió al poder después del tamayazo, probablemente el primer golpe no militar que impidió la investidura de un presidente pesoista. Igual que se habla de la educación, se puede hablar de la sanidad. Madrid es la comunidad que menos invierte en la atención primaria y donde hay más seguros médicos privados. Igual que se habla de sanidad, se puede hablar de Servicios Sociales. Según el Informe de Índice de Desarrollo de los Servicios Sociales (IDEC) de 2022, Madrid tiene unos servicios sociales débiles e irrelevantes. Son los peor valorados del estado español. La libertad de la derecha española consiste en restringir la libertad y el derecho a una educación pública, a una sanidad pública y a un acceso a unos Servicios Sociales de calidad.

La receta es sencilla y de una eficacia terrible. En la Comunidad de Madrid hay niños, niñas y adolescentes, viviendo situaciones de riesgo en su sistema familiar, que no son tutelados porque no hay recursos suficientes, por lo que se les condena a vivir experiencias vitales traumáticas. Jóvenes, con patologías visuales graves que necesitan un tratamiento y un seguimiento frecuente, optan por la sanidad privada porque no pueden exponerse al riesgo de que empeoren sus dolencias ante las listas de esperas y las citas tardías. Familias que no pueden llegar a fin de mes pagando mensualmente un diezmo a los colegios concertados a los que llevan a sus hijos e hijas. Estas son las consecuencias de las medidas libertarianas de la derecha en el poder. Lo trágico son los millones de madrileños y madrileñas que apoyan a estos partidos de la derecha reaccionaria. Personas, algunas, que han ido mudando de la defensa de lo público al apoyo férreo de lo privado, que aplauden que Milei demonice la justicia social o miran hacia el otro lado de los muertos en las residencias de ancianos durante la pandemia, que respaldan las campañas con noticias falsas montadas desde las redes sociales, los medios de comunicación afines y las instituciones de la comunidad, que gritan viva la libertad de carajo apoyando a un desaforado presidente extranjero de declaraciones disparatadas.

Se demoniza a la persona inmigrante que cruza el estrecho en un cayuco mientras se aplaude al inmigrante venezolano deseoso de que se produzca un golpe de estado en su país. Hoy, los golpes de estado no están mal vistos siempre que estén justificados, es decir, que haya en el poder un gobierno que se considere de izquierdas. Las mentiras sirven si ayudan a conseguir lo que se quiere. Y si se les critica siempre queda el comodín de decir que es la izquierda la que apoya a dictaduras, que también mienten, como bellacos, que son corruptos, a través de sus hermanos y parejas, que, como decía Fraga de Allende, dejan a sus países en el caos total. Como dijo Milei, en la entrega de su medalla, no dejen que el socialismo arruine su vida. Esto se dice en un país que vivió casi cuarenta años de dictadura fascista, que unos militares de la derecha dieron un golpe de estado y provocaron una guerra civil, que un teniente coronel de la guardia civil se coló en el Congreso de los Diputados para dar un golpe, auspiciado por algunos poderes del estado posfranquista, que el padre de un pistolero falangista dio un golpe de estado en los años veinte, que el terrorismo de la ultraderecha ha formado parte de la historia de este país en los últimos 124 años, que se ha torturado y asesinado a miles de personas por su ideología, que ha utilizado la democracia formal para colonizar los poderes del estado y, de esta manera, bloquear el avance hacia formas más democráticas, que se han posicionado al lado de todos los hechos históricos más oscuros, lacerantes y vergonzosos de este país. Todo contra los derechos. La libertad, que siempre fue un enemigo, ahora es la bandera de los hipócritas, los cínicos y los inconscientes.

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