Destruir, reducir y dominar (al ciudadano)



Se podría decir que durante la tan elogiada transición, la policía española hubiera iniciado la transformación de su concepción represiva y violenta y su naturaleza antidemocrática en una inquebrantable defensa y protección de los derechos humanos, de la democracia y de los ciudadanos. Pero sería mucho decir. No se han hecho los deberes en este sentido y aún queda pendiente una renovación estructural y filosófica que les convierta en verdaderos garantes de la democracia y de los derechos humanos. La práctica constante del uso incontrolado de la fuerza para imponer y mantener el orden era y es un sello distintivo de la policía y, más en concreto, de su unidad de batalla y represión, la unidad de intervención policial (UIP). A la violencia destructiva y dominadora se une la percepción de los activistas, reivindicantes o cualquier otros ciudadanos, que ocupan las calles en su derecho a participar en la vida política, como si fueran enemigos. No son ciudadanos sino guarros, perroflautas, gentuza o cualquier otro calificativo deshumanizante que les permita utilizar sus porras sin demasiados remilgos. ¡Qué diferente sería si se les considerara ciudadanos! La racionalidad ocupa un lugar marginal frente al uso incontrolado de la fuerza, más rápida y cortoplacista, pero que a la vez genera una mayor oposición, agresión y destrucción. Los métodos violentos son a todas luces innecesarios pero la policía se empeña en resolver los conflictos por vías expeditivas. Al igual que los políticos que dan vía libre a las actuaciones policiales y que demuestran con ello una absoluta incompetencia en las funciones públicas que cumplen. Tenemos que plantearnos, de una vez por todas, cuál es la utilidad social de la UIP, qué aporta a la sociedad y a la democracia. ¿Qué se puede pensar de una policía que es incapaz de gestionar las protestas de unos estudiantes que piden mejoras en su centro educativo? ¿Cómo no hay consecuencias por el uso incontrolado de la fuerza por parte de la policía? ¿Cómo se puede tolerar en un país democrático que la policía reprima a movimientos civiles y democráticos con inusitada violencia y sus responsables permanezcan en sus puestos de decisión? ¿Qué se puede pensar de aquellos que califican a las agresiones policiales a ciudadanos como comedidas y mesuradas? ¿De aquellos que perciben a los ciudadanos como enemigos? ¿De aquellos que consideran impecables la actuación de los antidisturbios? ¿De aquellos que consideran que no hay nada reprochable en la violencia policial ejercida contra los ciudadanos?



Estos son los responsables actuales:
Jorge Fernández DíazMinistro del Interior.
Ignacio Cosidó, Director General de la Policía Nacional.
Paula Sánchez de LeónDelegada del Gobierno en Valencia.
Antonio Moreno, Jefe Superior de la Policía del País Valencià.
Cristina Cifuentes, Delegada del Gobierno en Madrid.
Carlos Rubio, Jefe Superior de la Policía en Madrid.

4 comentarios en “Destruir, reducir y dominar (al ciudadano)”

  1. Cada vez que entro en foropolicia a leer algún comentario me pongo malo al ver la mentalidad de muchos de ellos.

    Se supone que tienen que estar preparados psicológicamente para aguantar los insultos continuados, pero en realidad parece que muchos son sólo chulos con ganas de dar palos.

    No se dan cuenta de que con esa forma de actuar la mayoría de las actuaciones violentas son provocadas por ellos mismos.

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  2. Los que usan la violencia para reprimir manifestaciones con como toxicómanos. La droga, su droga, son las porras. Empiezan con poco, pero luego ya no pueden parar. Y la espiral de violencia les conduce a su propio desastre. Nosotros tenemos que insistir en tomar las calles y manifestarnos de forma pacífica, es decir, no caer en la misma toxicomanía.

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  3. Si se supone que son profesiones deben estar entrenados en el autocontrol, ser capaces de controlar su propio miedo y saber actuar en situaciones de conflicto. Pero no. Actúan como mamporreros, responden sin control a cualquier comentario. En la última carga en Madrid, a una amiga le pusieron una multa por decirles «ya os vale» y a otra la golpearon sin que se produjera ningún tipo de provocación. Ven a los manifestantes como «enemigos», como les ha catalogado el fefe de policía de Valencia, y desde esa percepción justifican cualquier acción. Gallardón dice que «son los garantes de nuestra libertad», los violentos. Sin el respaldo político no serían nada.

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  4. Estoy de acuerdo. Te dejo una web, si no la conoces, sobre no violencia: http://www.noviolenciayaccionsolidaria.com/

    Se puede descargar un libro titulado La indignación en la Encrucijada. Esto es lo que dice la contraportada:

    «Las movilizaciones en España de los llamados indignados son el telón de fondo a partir del cual reflexiona el autor de La indignación en la encrucijada. Este escrito nace de la convicción de que es necesaria una reacción social frente a un sistema económico y político que destroza a la persona. Esa reacción, a juicio de Moisés Mato, no puede ser fruto de la espontaneidad ni de las prisas. En este alegato se analizan algunos puntos fundamentales para que estas moviliza- ciones no pasen a la historia como una disidencia tolerada que acabe pidiendo las reformas formales que el sistema ya está dispuesto a conceder.
    En estas páginas se apuesta por una militancia noviolenta, tal como la han entendido los movimientos de liberación de pobres a lo largo del último siglo.»

    Espero que te interese.

    Salud

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